Si estamos en nuestros veintes, los viernes y sábados son muy ansiados. Desde el jueves estamos coordinando con nuestros amigos lo que se ha de hacer, sea en la casa de alguien o en cualquier club nocturno de moda. Ambos días inclusive son para estar rumbeando y tonando. La edad lo permite, el cuerpo no se cansa tanto y por supuesto hasta una ida para la playa completa un excelente fin de semana.
Llegando el tercer piso, la cosa va cambiando un poco, ya es un fin de semana, dos veces al mes, si se va a un club un día, preferiblemente un viernes para tener un fin más relajado... Los amigos comienzan a casarse hasta que van quedando uno que otro soltero que empieza a ampliar su circulo de amistad con pares que se encuentren en la misma situación sentimental. Si llegan los hijos, el panorama ya cambia, las reuniones se hacen en los hogares de los que no pueden salir tan seguidamente hasta llegar a un punto que son los olvidados hasta para los saludos en las RRSS.
En los cuarentas (aún no he llegado) se imagina uno que ya se está económicamente solvente, realizados y mas centrados en reuniones netamente familiares. Creo que es la etapa donde se está emocionalmente consciente de que es lo que realmente se quiere y para donde se va.
Así que mientras tengamos Vida, seguiremos subiendo los pisos de la edad.