viernes, 4 de agosto de 2017

De Pocos Amigos.


   Antes de poder auto nombrarnos escritores consagrados (no es mi caso), mayormente las ideas de nuestros escritos aparecen en los momentos menos apropiados, particularmente cuando estoy ya acostada por las noches en mi cama pensando en las cosas importante a realizar a las pocas horas de diferencia, o la que nunca falla es cuando me estoy duchando que sin poder evitarlo, una palabra se convierte en un montón de palabras que se entrelazan y generan un universo de ideas que se atropellan entre sí y al salir del baño, que no puedo sentarme inmediatamente frente a la compu, ocurre lo esperado... la famosa mente en blanco, carente de las expresiones geniales que te tomaron tan solo pocos segundos organizar... aunque eso no era lo que quería compartir, porque esta vez tomé la precaución de escribir presurosamente el titulo del presente post.

   La expresión se aplica muy coloquialmente a la cara extremadamente seria, rosando y hasta superando el mal humor aunado al ceño fruncido, con el cual en infinitas ocasiones nos encontramos en nuestro haber cotidiano. Lo que causa curiosidad, ¿realmente nos molesta tener pocos amigos? ¿es importante para nuestro bienestar emocional contar con un número determinado de amistades? ¿indigna a tal punto que afecta nuestras actividades y responsabilidades, el no contar con una gran cantidades de amigos?.

   Se esta sobre valorando dos términos, uno es la amistad y el otro la cara de pocos amigos. Cuando me refiero a la amistad, justamente pensamos en un máximo de tres personas, que hasta algunos sin ocios en sus justificados "estudios" han demostrado que esa es la cantidad exacta de quienes son los que estarán presentes siempre en esta aventura llamada vida, y la cara de pocos amigos no es más que una demostración de lo grosero, incompetente e inculto que es un ser humano, donde su masa gris evidencia una perfecta ausencia de uso correcto. Lastimosamente hemos de encontrar este tipo de comportamiento sin distinción de lugar ni género. Todos tenemos un mal día, es cierto, pero dejar que se refleje nuestro malestar o descontento por razones personales o laborales, evidentemente no es correcto, y nada tiene que ver con el millón o cero cantidad de amistades que se tengan.

   Llamemos las cosas por su nombre, lo que te afecte no cause daño en ti al hablar o al actuar por muy injusto que sea, y si de pocos amigos se trata, acuérdate de la expresión "es mejor solo, que mal acompañado".


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